Acuerdos sin centro
Aldo Mascareño y Juan Rozas
Centro de Estudios Públicos
Con el amplio triunfo del Partido Republicano en la votación para el Consejo Constitucional, el que basó su campaña en la crítica al proceso actual, las expectativas acerca de la nueva Constitución al menos se transforman. Las declaraciones conciliadoras realizadas por sus dirigentes en el día de la elección y en la semana reciente –por cierto positivas en sí mismas y opuestas a las realizadas por algunos convencionales en el proceso constitucional anterior (la palabra clave aquí es “Stingo”)– contrastan con las de algunos de los consejeros. Ahora la conducta de Republicanos tendrá que observarse en la práctica política en el Consejo Constitucional.
Antecedentes ya existen tanto en el Senado como en la Cámara. Su comportamiento en votaciones en el Senado –Rojo Edwards es su representante directo y Carmen Gloria Aravena muy cercana– obtenido por medio de los puntajes nominate (clasificación de miembros de acuerdo con sus votaciones históricas), ubica a Republicanos una posición más a la derecha de la UDI (Figura 1), solo superada por algunos independientes y un UDI de la lista de Chile Vamos. En la Cámara en tanto, con 14 diputados, Republicanos se sitúa en el ala derecha más extrema de la distribución con una alta cohesión interna y con un salto posicional significativo en relación con la UDI, el partido que le sigue (Figura 2), lo que muestra una importante diferencia ideológica entre Republicanos y la UDI.
Figura 1. Distribución nominate en el Senado (11 de marzo 2022 a 5 de mayo 2023)
Fuente. C22, Centro de Estudios Públicos.
Figura 2. Distribución nominate en la Cámara (11 de marzo 2022 a 5 de mayo 2023)
Fuente. C22, Centro de Estudios Públicos.
Si este comportamiento político de Republicanos en la Cámara se proyecta al Consejo Constitucional, entonces tendríamos a un grupo de 23 consejeros de Republicanos cohesionados en la derecha de la distribución, 11 de Chile Seguro (UDI, RN, Evópoli) en la centroderecha, 16 consejeros de Unidad para Chile (socialistas, comunistas y Frente Amplio) en la izquierda, más 1 de escaños indígenas. La centroderecha del PDG y la centroizquierda (DC, PPD, PR) desaparecen absolutamente, aún más que en el Senado.
Bajo estas condiciones, solo un sector es el que puede tener la hegemonía sobre la nueva Constitución. Si en la Convención el control fue de la izquierda, ahora en el Consejo lo tiene la derecha. La izquierda de la Convención (con más de dos tercios) llevó el proceso hacia el rechazo de la propuesta constitucional el 4 de septiembre de 2022; la pregunta es ahora de qué manera la derecha conducirá el proceso.
A pesar de las evidencias en términos de comportamiento político de Republicanos en el Senado y la Cámara, y de su distancia con el proceso constitucional actual, la cuestión es cómo lograr acuerdos constitucionales amplios y duraderos que no sean simplemente una reproducción del marco constitucional actual, sino que se hagan cargo de impulsos de reforma que vienen desde mucho antes del estallido de octubre de 2019.
Primero, una cuestión de sensatez política. La propia experiencia traumática de ausencia de diálogo y fuerte arrogancia sectorial en la Convención Constitucional –un factor con alta incidencia en el rechazo final de la propuesta constitucional, según la Encuesta CEP– debiera ahora mover a que las formas políticas se cuiden más que antes. La Comisión Experta ya ha mostrado que esto era posible.
En el caso de Republicanos, el proceso constitucional no ha sido el centro de su interés. Ahora que están al mando y en la mira de todos, el incentivo a mantener las buenas formas políticas no solo tiene la motivación de un proceso exitoso con su firma, sino que debiera proyectarse hacia las elecciones municipales en 2024 y a las presidenciales de 2025. De todos modos, es probable que las buenas maneras solo se mantengan hasta que en el Consejo Constitucional se llegue a discusiones sustantivas, por ejemplo, sobre derechos sociales, paridad, medioambiente, derechos reproductivos o interculturalidad en el Estado unitario. Estas serán las pruebas de fuego del diálogo y la negociación en Republicanos.
Segundo, el comportamiento cohesionado que muestra Republicanos en la Cámara de Diputados es relativamente común a otros grupos políticos cuando se tiene una actitud de defensa de algunos principios particulares y no se piensa en forma de mayoría o de poder de Estado –además, en la Cámara se abre la expectativa de la reelección, por tanto, de la mantención del electorado–; en el Consejo, la tarea tiene un límite temporal acotado. No obstante, cuando el número de integrantes aumenta, como ha acontecido ahora con Republicanos, las diferencias en comportamiento político comienzan a hacerse visibles. Las declaraciones de los consejeros de Republicanos en la última semana ya muestran esto.
Lo mismo aconteció, por ejemplo, con el Partido de la Gente en la Cámara, con la derecha y la izquierda en la Convención, con la izquierda en la coalición de gobierno. A medida que se desplieguen las votaciones en el Consejo, seguramente aparecerán distintas dinámicas al interior del grupo de Republicanos, las que generarán diferencias y divisiones en su aparente cohesión actual, por ejemplo, entre Republicanos de regiones y de la zona central, o entre Republicanos con mayor arraigo popular y otros con más inserción en las cúpulas partidarias.
Tercero, con un centro vacío, es la lista de Chile Seguro (UDI, RN, Evópoli) la que puede fomentar posiciones de mediación y articular acuerdos amplios entre miembros de Unidad para Chile (con mayor probabilidad socialistas) y algún sector de Republicanos. En todo caso, Chile Seguro puede fácilmente completar los tres quintos con Republicanos (y los dos tercios en las discusiones de comisión mixta con la Comisión Experta) sin atender a las propuestas constitucionales de izquierda. Pero también puede continuar con el impulso conciliador y de búsqueda de diálogo que los caracterizó desde el rechazo en el plebiscito de salida y que condujo a la firma del Acuerdo por Chile en diciembre de 2022, el que estableció las doce bases constitucionales. Si Chile Seguro hace lo primero, se replicará el escenario de la Convención ahora con signo contrario (la “doctrina Stingo”); si hace lo segundo, podría ayudar a alcanzar acuerdos constitucionales amplios y duraderos.
Cuarto, el Acuerdo por Chile y las doce bases constitucionales cobran nueva relevancia en este contexto. Republicanos no participó de este acuerdo, precisamente para marcar su distancia con el proceso constitucional. El Acuerdo, sin embargo, es parte de la Constitución vigente y está institucionalizado en el proceso constitucional, incluso a través del Comité Técnico de Admisibilidad que debe velar por su cumplimiento. Con la mayoría de estas bases seguramente Republicanos no tendrá mayores problemas (las bases están diseñadas para controlar el entusiasmo de izquierda más que el de derecha), pero otras pueden ser más alejadas de su doctrina, como el reconocimiento de los pueblos indígenas de la base 4, los derechos sociales de la base 5, o el cuidado y conservación de la naturaleza de la base 12. Es ahí donde se requerirá un esfuerzo mayor de diálogo entre las fuerzas políticas representadas en el foro para alcanzar un resultado que pueda reformar instituciones básicas que den respuesta satisfactoria a estos impulsos constitucionales. Por otro lado, gran parte de la campaña de Republicanos se basó en temas de seguridad, es decir, cuestiones contingentes; no en grandes definiciones constitucionales. Ahora podrán optar entre enfrentarse a la izquierda (o incluso a la centroderecha) en temas de su interés, como el derecho a la vida para evitar propuestas de aborto, o construir una propuesta mínima que deje posturas conflictivas a la legislación.
Quinto, como se anticipó en nuestro boletín anterior (ver Boletín 54), el actual proceso constitucional no depende únicamente de la Comisión Experta ni del Consejo Constitucional por separado, sino de ambos en conjunto, como lo estipula el reglamento. Con la elección del 7 de mayo, sin embargo, la composición de ambos órganos es muy distinta (Figura 3).
Figura 3. Composición política del Consejo Constitucional y la Comisión Experta
Fuente. C22, Centro de Estudios Públicos.
Mientras la Comisión Experta es más equilibrada en su composición entre derecha, centro e izquierda, el Consejo se inclina a la derecha. La Comisión tiene un centro político que el Consejo no tiene, o que tendrá que construir. Por ello, la capacidad política (es decir, no solo técnica) de la Comisión Experta para la formación de acuerdos en el foro completo adquiere ahora una relevancia que no se podía vislumbrar antes de la elección del Consejo. Republicanos puede ver esto como una oportunidad o como un desafío a su hegemonía. Es decir, puede mostrarse colaborador y respetuoso de los consensos de la Comisión o hacer valer su mayoría para ponerlos en jaque. Sin embargo, no se debe olvidar que, aunque Republicanos no participó del Acuerdo por Chile, sí tiene un representante en la Comisión.
Finalmente, un desafío clave para todas las fuerzas políticas que componen el actual foro constitucional es llegar a una propuesta que pueda captar la motivación amplia de distintos públicos. La alta cantidad de votos nulos y blancos en la elección del 7 de mayo (21,5% del electorado, cerca de 2.700.000 votos, casi la misma cantidad de sufragios que obtuvo Unidad para Chile y considerablemente más que Chile Seguro) muestra que este objetivo está lejos de alcanzarse.
La formación de acuerdos amplios en cualquier espacio político que carece de fuerzas de centro es un desafío mayor. La Convención no las tenía y pasó lo que pasó; el gobierno creyó al inicio de su mandato que podía jugar sin ellas y no le fue bien. Ahora el Consejo constitucional –y especialmente la derecha en él– está en una situación similar. Su primera tarea es aprender de estas experiencias.